No pretendo hacer una nota fatalista de lo que significa para una persona con discapacidad, y sobre todo para quienes andamos en silla de ruedas, andar en transporte público en Santiago, pero sí quiero reflejar la frustración que muchas veces sentimos y que es una cuestión totalmente injusta.
Actualmente se está llevando a cabo un plan que pretende hacer accesibles todas las estaciones de metro, que considera la instalación de ascensores para que usuarios en silla de ruedas puedan hacer uso del servicio de forma independiente, y este último término es precisamente a lo que aspiro en mi vida, poder hacer mi rutina diaria, mis actividades académicas y profesionales de manera INDEPENDIENTE, lo que significa que no requiera de la asistencia de otra persona, pero así como está hoy en día el sistema de metro y transantiago, tengo actualmente un miedo terrible a salir sola en mi silla de ruedas eléctrica, a hacer actividades que tenía programadas y sin mentir, este año prácticamente no he ido a ninguna reunión sola en mi silla eléctrica, a las parte que he salido ha sido en silla manual acompañada por alguien, siendo siempre alguno de mis familiares que me acompaña.
Voy a mostrar algunas de las experiencias que me ha tocado pasar, y que estoy segura que a más de otra persona en silla le ha pasado, porque esto no es particularmente por mí, he oído una serie de comentarios sobre situaciones muy parecidas.
El año pasado recuerdo que tenía una reunión a las 11 de la mañana buena hora considerando que podía andar en horario valle (que no es pick con tanta congestión), cerca del metro Escuela Militar, donde me tenía que bajar. Salí de mi departamento a las 9:00, dos horas antes de mi reunión, como lo he hecho siempre cuando tengo que ir a Las Condes, ya que en la estación donde subo, Metro San Joaquín, tiene estas salva escaleras, demorándome 10 minutos en subir la primera escalera, más 10 minutos en subir la segunda, o sea, ¿quien se demora 20 minutos en subir al andén? Los usuarios en silla de ruedas. Ese día sucedió que la rampa estaba mala, ¿qué tuve que hacer? Irme a la estación Pedrero, porque es la que queda más accesible de llegar. Esto quiere decir que me demoré 20 minutos en llegar a la estación, más el tiempo de subida, otros 20 minutos más, ya llevo 40 minutos de mis dos horas que holgadamente había planificado para llegar a tiempo.
Algo que muchos desconocen, es que no todos los trenes nos sirven, en el caso de la Línea 5, cuando andamos en silla eléctrica, solo podemos subir a los trenes “más nuevos” (que por cierto no tienen nada de nuevo) porque están a ras de suelo y podemos entrar sin complicaciones, a diferencia de los trenes “viejos” que tienen un escalón como de 15 centímetros, lo que hace muy peligro subir y bajar, por lo cual, al menos yo, no me atrevo a subir. Ese día en cuestión tuve que dejar pasar ocho, sí, OCHO trenes de los viejos hasta que pasara uno accesible. ¿Me puede llegar a comprender, hasta ahora, mi frustración? Supongamos que los trenes pasan cada 2 minutos, tuve que esperar entonces cerca de 16 minutos ¡y mis dos horas de holgura se me fueron a la cresta! Me quedaba una hora para llegar a mi reunión.
Cuando al fin subí me fui a Baquedano, donde menos mal estaban buenos los ascensores, pero los no tan buenos son algunos pasajeros que se meten sin ninguna vergüenza en los ascensores y te quedan mirando como queriendo decir “yo llegué primero”, “también estoy cansada”, “no es mi culpa que andes en silla”, “no hay espacio para una silla, pero sí para alguien de pie”, o qué se yo, y esto lo digo de mala leche no más, porque no leo pensamientos, pero acaso no es claro el mensaje en todos los ascensores que dice “PREFERENCIA DISCAPACITADOS” ¿Qué parte de esa cortita frase no se entiende? Es que la actitud de las personas es un tema que realmente se merece otra mención, quizá en otro post. Creo que siempre he tenido que esperar entre 1 y 10 minutos para lograr subirme a un ascensor y en este caso en la combinación, debo tomar dos ascensores.
Finalmente pude llegar a la estación Escuela Militar, ¡lo había logrado!, llegué como 10 minutos antes, solo tenía que subir los ascensores y cruzar la calle y ya estaba en mi reunión. Subo el ascensor del andén a la boletería, voy al ascensor para salir a la calle y qué pasó ¡Big fail! ¡Ascensor malo! Como mi silla eléctrica pesa como 50 kilos, más yo encima, hacemos como 100 kilos, subirme a pulso es una opción imposible, es más, ni siquiera es una opción por seguridad. Qué me recomiendan hacer los de servicio al cliente: irme a Manquehue y regresar por la vereda, y sinceramente, no me quedó más remedio, por más impotencia y rabia que sentía. Me fui a Manquehue, menos mal que no tuve que esperar trenes accesibles, porque la mayoría lo es en la Línea 1. Para la ya no tan sorpresiva situación, cuando llegué, me dijeron que el ascensor estaba malo, ya había llegado tarde a la reunión, nada que hacer, me recomendaron irme a Hernando de Magallanes, hacer cambio de andén, volver a Manquehue y subir por el ascensor con dirección San Pablo. No me quedó otra y lo hice. Ya no vale la pena seguir contando los minutos que me demoré en eso. Al final me di la vuelta en U, todo para subir un ascensor, salí a la superficie, me devolví por la vereda hasta Escuela Militar, con ese Sol radiante de primavera en Santiago, ni les cuento más tragedias. Llegué una hora tarde a la reunión.
Ese ha sido uno de los viajes más frustrantes de mi vida en el metro de Santiago, algo que debió demorar 40 minutos, me demoré 3 horas. En otra ocasión me pasó que viniendo desde los Domínicos quise hacer la combinación en Baquedano para irme a casa, pero los ascensores de nuevo malos, ¿qué tuve que hacer? Seguir la ruta por la Línea 1 hasta San Pablo y hacer combinación con la L5 y llegar al fin a mi departamento.
Ayer fui a hacer un trámite con mi hermana, obviamente en silla manual, mi intención era bajarnos en República, pero como no tiene ascensor, nos bajamos en Los Héroes, porque recientemente inauguraron con bombos y platillos una serie de ascensores en esa estación que nos darían más tranquilidad e independencia en el viaje y mi hermana tendría que caminar un par de cuadras extras. ¿Con qué nos encontramos? Ascensor de Baquedano malo y el de Los Héroes para salir a la calle también, eran las 4 de la tarde. Menos mal había asistentes al cliente amables y nos ayudaron a subir sin atados, ni les cuento de los tipos que me ponen una cara de molestia, por decir lo menos, cuando les pido ayuda. Al regresar a las 20:30 horas, el ascensor continuaba malo. Les pedimos a unos estudiantes que nos ayudaran a bajar, muy amables los chiquillos.
Un amiga que también usa silla de ruedas eléctrica, me contó que una vez subió en San Joaquín y la rampa estaba mala, fue a Pedrero y la rampa tampoco estaba funcionando, se fue a Mirador y al fin pudo subir. También llegó atrasada a su actividad y me dice que prefiere no usar el servicio de metro porque para ella también es frustrante. El tema de todo esto no es solo el gasto de tiempo, sino también el gasto de batería que usan nuestras sillas de ruedas, no podemos andar de un lado para otro como pin pon, porque nuestras baterías se agotan y no podemos quedar botadas en cualquier lado.
En un rato más tengo una reunión en Las Condes y la voy a cancelar porque simplemente no quiero pasar por otra frustración. Quizás me digan que soy una cobarde y que me dejo derrotar fácilmente, que un mal día lo puede tener cualquiera, no sé que pasa, pero la verdad es que una espera que las cosas funcionen bien, m pregunto cómo es posible que un ascensor se eche a perder en tan poco tiempo estando tan nuevo, ¿acaso es un problema de calidad de los equipos? ¿problema de mantención? ¿mal uso que le dan las personas? No lo sé, pero lamentablemente es un problema grave, porque provoca mucha frustración, impotencia y rabia. Por más que el servicio de Metro quiera mejorar las condiciones de accesibilidad, el esfuerzo también debe estar enfocado al buen mantenimiento de los equipos, a crear instalaciones accesibles que no tengan que estar dependiendo exclusivamente de tecnología para proporcionar accesos, porque sabemos que las máquinas fallan.
Hoy estoy frustrada, porque quiero participar en la sociedad, pero no quiero ser impuntual ni irresponsable, no quiero andar dependiendo siempre de otra persona que empuje mi silla, no quiero quitarle más tiempo a alguien para que me acompañe, no quiero ver malas caras cuando pido ayuda, ¡No quiero sentirme discriminada!